jueves, 2 de febrero de 2006


Chile vive un nuevo movimiento, la apolítica, un movimiento cada vez mas fuerte, y al mismo tiempo cada vez más iluso (el hecho de que no seas político, irónicamente, es un acto político). Los jóvenes son sin duda los que más participan en dicho movimiento, hoy el 75% de los no votantes son jóvenes, como es posible tal apatía por nuestro preciado sistema de gobierno, la pregunta deberíamos hacerla a los “señores políticos” (termino que acostumbraba usar Pinochet) Uno de los hechos que llevo a este grave problema es una campaña mediática utilizada durante el transcurso del Gobierno dictatorial, donde los políticos eran la oposición y no los que estaban en puestos políticos y que trabajaban en política (los mismos oficialistas). Regresando a la democracia la campaña continuó, claro que más velada, desenlazando en 1999 cuando la derecha llevó un candidato presidencial que lo denominaban apolítico.

En fin, la pregunta es simple ¿cómo hacer que la participación política vuelva a inspirar a los jóvenes y los partidos se reformen? Ulrich Beck se hizo la misma pregunta, y señalo que la política debe dejar de ser un espacio de encuentro con la ética del mártir y debe ser reemplazada por la estética del compromiso gratificante. Los jóvenes siempre han buscado el progreso y la solidaridad inmediata, agrupándose en organizaciones de bien comunitario, como por ejemplo el Hogar de Cristo, y es por ello mismo que muchos jóvenes se han inspirado en personas como San Alberto Hurtado quien luchó por la justicia social organizando sindicatos y no ofreciendo techos prestados o regalados. Otros grandes hombres dignos de renombrar son Jaime Eyzaguirre, Eugenio González, Radomiro Tomic quienes en su tiempo atrajeron adhesiones fervorosas ( de conservadores, socialistas y socialcristianos respectivamente) favoreciendo así la causa y el empeño. Por otro lado hacer el bien y pasarlo bien puede ser una buena solución, de hecho los jóvenes revolucionarios de 1968 utilizaron la popular consigna bélico-sexual: “Haced el amor y no la guerra” la cual atrajo muchos más jóvenes a su causa, e incluso los ciudadanos hoy en día piden soluciones concretas a corto plazo relacionadas directamente con la solidaridad, como son por ejemplo las leyes o campañas que ayudan al inválido. La solución entonces nos la da Aristóteles en su libro fundamental Ética a Nicómaco en donde dice: “Hijo, cultiva amigos y lucha por la grandeza de la polis”, frase que liga la amistad con el servicio público y con mucha razón ya que hoy los jóvenes claman por amistad en la política: “¡No se dicen camaradas o compañeros entre ellos!” Se pregunta indignado el ciudadano; el pueblo no quiere que los partidos se sumerjan en eternas disputas por cuotas de poder ellos quieren que de una vez por todas se preocupen por la polis, por ellos y por los que sufren. Sin amistad la política no es mas que un despiadado juego de poder, y eso que quien ha participado en política sabe como se unen las personas en las derrotas y las victorias, las tristezas y las alegrías y en la tarea de construir un hogar publico mejor.

En resumen los jóvenes volverán a la política cuando vean a los políticos cultivar una verdadera amistad, donde tengan en común los asuntos públicos y privados, o cuando exista un partido (no necesariamente uno nuevo) o un movimiento político que también se preocupen de realizar campañas solidarias y por el bien común, en ese instante, cuando la juventud vea tal noble relación y tal reconfortante ente, entonces, y solo entonces, simplemente volverán.