lunes, 25 de abril de 2011

Gran expectación ha causado no solo en nuestro país sino en todo el continente la gira del Presidente Barack Obama, principalmente porque esto involucra estrechar aún más las relaciones políticas y comerciales con el gigante del norte, pero no obstante ello y por sobre la avalancha noticiosa y la expectación sensacionalista tan común últimamente, es bueno darse un tiempo y pensar que significa sinceramente todo esto y que se puede leer tras los titulares.

Lo anterior porque esta visita tiene una cuota no menor de hipocresía, que algunos podrían argumentar, es muy propia de las relaciones internacionales, no por nada Libia hace unas semanas era un íntimo aliado de la Unión Europea en el norte de África y hoy es un enemigo deleznable y cruel, sin embargo, quienes no estamos en ese plano podemos darnos el lujo de cuestionar y criticar esa hipocresía.

Obama ha propuesto a América Latina en grandes rasgos lo que ha denominado una “Alianza Igualitaria”, convoca entonces a reconocernos como iguales y a trabajar juntos para “mejorar la seguridad común, expandir las oportunidades económicas, asegurar un futuro energético limpio y apoyar los valores democráticos que compartimos” además de “promover un hemisferio seguro, estable y próspero en el que Estados Unidos y nuestros aliados comparten responsabilidades en asuntos claves tanto a nivel regional como global”.

Lo primero que podemos cuestionar es si el trato sería recíproco, no solo porque resulta majadero hablar de las tantas y repetidas prácticas imperialistas, sino porque la desigualdad viene hoy dada por una sensación de inferioridad nuestra más que por la conocida superioridad norteamericana, de hecho las autoridades del país salvo contadas excepciones parecen ajenas a todo debate sobre asuntos internacionales o políticos y se remiten a pedir o a agradecer la deferencia de Estados Unidos por referirse a nuestro país y más aún ¡de pisar nuestro suelo!, nada de iguales, lo ven desde abajo. No es para menos que mi hermano menor me haya dicho que “deberíamos ir a ver a Obama al centro de Santiago, es como ir a ver al papa”, nada más cierto, salvo que uno viene a evangelizar y el otro a firmar tratados y acuerdos, usted verá cual es cual.

Lo segundo es que Estados Unidos pide para el resto de América lo que no aplica en su propio país y que de hecho en la práctica no promueve tampoco en el exterior, no pueden hablar de un futuro energético cuando emiten el 24,3% del CO2 del mundo y se niegan a firmar acuerdos para reducir las emisiones, es más, gracias a Wikileaks sabemos que sus embajadas realizan gestiones directas (o presiones) a autoridades para saltarse o modificar los marcos legales a la medida para sus inversiones (ver caso Termoeléctrica Campiche), más que actuar como iguales, abusan de su posición.

Lo tercero, es lo más burdo, Obama habla de construir juntos un hemisferio en el que seamos capaces de compartir responsabilidades claves tanto a nivel regional como global, suena fantástico, casi de ensueño. Días después ya en Brasil, la presidenta Dilma Rousseff lo emplaza: “Lo que nos motiva no es el interés menor de ocupación burocrática de espacios de representación, sino la certeza de que un mundo más multilateral generará beneficios para la paz y la armonía entre los pueblos” y pide apoyo a Estados Unidos para conseguir un puesto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU en representación de América Latina, como es de esperar Obama solo dice “apreciar” su demanda y defiende una “ampliación limitada” del Consejo. Nada de igualdad, nada de compartir responsabilidades claves, nada de construir un hemisferio seguro, estable y próspero juntos.

Nadie puede impedir que Estados Unidos tenga intereses para mantener su superioridad (de hecho nadie puede), pero sí que busque compatibilizar esos intereses con ciertos estándares exigibles a todas las naciones y que sea consecuente con lo que plantea, ejemplos existen, en los últimos días se ha hablado mucho del cumplimiento de 50 años de la Alianza por el Progreso, situación con la que Estados Unidos compatibilizó su interés de mantener a raya el avance del modelo cubano apoyando económicamente las reformas democráticas (agrarias, políticas y tributarias entre otras) en muchos países, allá en el Sur hay una Revolución, y la causa principal es el hambre” dijo John F. Kennedy y “los que le cierran el camino a las revoluciones pacíficas, al mismo tiempo les están abriendo el camino a las revoluciones violentas”, lo dijo días antes de ser asesinado, seguramente no les gustó a los que causaban el hambre.

En fin, no podemos pedir de Estados Unidos que éste se pronuncie voluntariamente por todos estos temas, se requiere humildad y ella no viene con su estilo, pero al menos alguien podría pedirle alguna explicación sobre algún asunto, que ocurre con la presencia en Irak (nuestro país fue enfático en rechazar la intervención militar), la reducción de la emisión de CO2 o un simple perdón por la intervención de la CIA en 1973 entre tantas otras opciones. Se opta sin embargo por no agitar las aguas, la hipocresía, pues algún millón de dólares puede salir de algún tratado y eso es siempre mejor.

Lamentablemente, la historia de dominación y abuso por parte de Estados Unidos hacia América Latina estará siempre presente, precisamente porque aun esta vigente en mayor o menor medida y mientras no se hagan gestos efectivos que reconozcan el valor de nuestros pueblos y éstos no se valoren a si mismos como corresponde, el resentimiento estará latente y dará sustento a movimientos que desprecien la democracia.

La pelota está y siempre ha estado en América Latina, Brasil ha demostrado en los últimos años que es influyente y ha puesto su nombre en el mapa junto a sus demandas ¿planteará algo Chile? ¿Lo hará con la misma fuerza? O simplemente el Gobierno se regocijara de tener a Obama en Chile y nosotros seremos meros espectadores de las noticias, embobados con la simpatía del presidente y gritando gracias por ponernos atención. De igualdad, nada.