viernes, 8 de noviembre de 2013


Es propio de las campañas electorales que a medida que se acerca la elección los candidatos refuercen sus posiciones y busquen marcar su identidad a partir de la confrontación con sus contendores, y es en este contexto que Evelyn Matthei, candidata de la derecha, declaró, en un intento por diferenciarse, que su proyecto político “apunta a la Alemania de (Angela) Merkel”, mientras que el de la candidata de la Nueva Mayoría “ apunta a la Alemania del muro de Berlín".


Desde luego, la segunda afirmación es absolutamente incoherente, puesto que comparar la propuesta programática de una coalición que gobernó con respeto y promoción de la institucionalidad democrática por 20 años con el Estado socialista y de carácter totalitario de la República Democrática Alemana simplemente no resiste análisis.

Ahora bien, respecto a lo primero, parece interesante la identificación que realiza la candidata de su proyecto con la República Federal Alemana y el país que en los últimos años ha construido Angela Merkel, y que es continuidad de décadas de desarrollo sostenido.

Un primer punto,  es que al analizar el modelo de Economía Social de Mercado de Alemania es imposible no hacer referencia a su exitoso modelo de regulación de las relaciones laborales y de la autonomía sindical. Éste modelo se caracteriza por el importante rol que se le asigna a los trabajadores en la organización de la empresa y la cogestión como formas de democratización de la economía, sumado a la titularidad sindical que se expresa en la posibilidad de llevar adelante negociación colectiva por ramas y/o regiones lo que mejora significativamente la posición negociadora de los trabajadores. Entre dicho modelo y el nuestro, inspirado aún en el Plan Laboral de José Piñera, hay un abismo que la candidata de la derecha criolla no pretende modificar en lo sustancial; de hecho, en sus bases programáticas no se proponen grandes reformas que permitan fortalecer la posición de los sindicatos y la negociación colectiva pues su única preocupación por el trabajo se vincula con la creación de nuevos empleos, la capacitación y la inclusión de algunas materias como jornadas y horarios a la negociación, sin hacerse cargo de los problemas de fondo.

                Las diferencias se extienden en materia educacional. En la Alemania de Merkel la educación pública juega un rol fundamental y, si bien existe participación privada, ésta es minoritaria en relación a la primera. Los alemanes entienden la importancia de que el Estado asegure la calidad de la educación en todos los niveles y que el sistema educacional no se reduzca a la formación de profesionales sino que aporte conocimientos a través de la investigación y promueva la integración de la sociedad alemana. Allá la educación es gratuita en la gran mayoría de los Estados y donde hay una Universidad existe un Instituto Técnico, igualmente público, que garantiza educación técnica-profesional de calidad, fundamental para su estrategia de desarrollo. Nuevamente, un mar de diferencias entre el sistema educacional que el sector que representa Evelyn Matthei busca promover en nuestro país, un sistema educacional en que la integración no juega rol alguno y menos aún la educación pública misma, en que el Estado no asegura ni acredita la calidad y en que el costo de la educación la transforma en un privilegio, al que muchos chilenos no pueden acceder. Para la derecha chilena en la educación, como en cualquier otro mercado, lo importante es el acceso a la información y la competencia entre las Universidades y estudiantes. En el Programa de Gobierno de Evelyn Matthei no se menciona el concepto de “educación pública”, no hay ninguna propuesta concreta para mejorar el financiamiento de la educación superior universitaria y tampoco hay referencia alguna a la educación técnica profesional.

Las dudas persisten una vez más si nos adentramos en las convicciones vinculadas a asuntos políticos y constitucionales sobre los cuales la candidata de la alianza no parece tener comentarios o reparos respecto a la incuestionable ilegitimidad de origen de nuestra Carta Fundamental, sino que, al contrario, sus comentarios se han limitado a cuestionar cualquier intento de reforma, sobre todo mediante la - por ella- temida Asamblea Constituyente. La distancia con la Alemania de Merkel se vuelve aún más evidente dado que si algo ha permitido su estabilidad democrática  es la enorme legitimidad de la Ley Fundamental de Bonn nacida precisamente en el marco de un símil de una Asamblea Constituyente, el Consejo Parlamentario, que constituido por 65 delegados de los Länder definió las bases del Estado social y democrático de derecho en la nación germana, Constitución que incluso logró sobrevivir sin grandes cambios al proceso de reunificación.

                Evelyn Matthei dice apuntar al liderazgo de Angela Merkel, pero poco o nada propone en su programa o se desprende de su discurso que pueda orientarse a construir las bases sobre las cuales se ha ido fundando el Estado Social y Democrático de Derecho en la República Federal Alemana.