Es propio de las campañas electorales que a medida que se
acerca la elección los candidatos refuercen sus posiciones y busquen marcar su
identidad a partir de la confrontación con sus contendores, y es en este
contexto que Evelyn Matthei, candidata de la derecha, declaró, en un intento
por diferenciarse, que su proyecto político “apunta a la Alemania de (Angela) Merkel”, mientras que el de la candidata
de la Nueva Mayoría “ apunta a la Alemania del muro de Berlín".
Desde luego, la segunda afirmación es absolutamente
incoherente, puesto que comparar la propuesta programática de una coalición que
gobernó con respeto y promoción de la institucionalidad democrática por 20 años
con el Estado socialista y de carácter totalitario de la República Democrática
Alemana simplemente no resiste análisis.
Ahora bien, respecto a lo primero, parece interesante la
identificación que realiza la candidata de su proyecto con la República Federal
Alemana y el país que en los últimos años ha construido Angela Merkel, y que es
continuidad de décadas de desarrollo sostenido.
Un primer punto, es
que al analizar el modelo de Economía Social de Mercado de Alemania es
imposible no hacer referencia a su exitoso modelo de regulación de las
relaciones laborales y de la autonomía sindical. Éste modelo se caracteriza
por el importante rol que se le asigna a los trabajadores en la organización de
la empresa y la cogestión como formas de democratización de la economía, sumado
a la titularidad sindical que se expresa en la posibilidad de llevar adelante
negociación colectiva por ramas y/o regiones lo que mejora significativamente
la posición negociadora de los trabajadores. Entre dicho modelo y el nuestro,
inspirado aún en el Plan Laboral de José Piñera, hay un abismo que la candidata
de la derecha criolla no pretende modificar en lo sustancial; de hecho, en sus
bases programáticas no se proponen grandes reformas que permitan fortalecer la
posición de los sindicatos y la negociación colectiva pues su única
preocupación por el trabajo se vincula con la creación de nuevos empleos, la
capacitación y la inclusión de algunas materias como jornadas y horarios a la
negociación, sin hacerse cargo de los problemas de fondo.
Las diferencias se extienden
en materia educacional. En la Alemania de Merkel la educación pública juega
un rol fundamental y, si bien existe participación privada, ésta es minoritaria
en relación a la primera. Los alemanes entienden la importancia de que el
Estado asegure la calidad de la educación en todos los niveles y que el sistema
educacional no se reduzca a la formación de profesionales sino que aporte
conocimientos a través de la investigación y promueva la integración de la
sociedad alemana. Allá la educación es gratuita en la gran mayoría de los
Estados y donde hay una Universidad existe un Instituto Técnico, igualmente
público, que garantiza educación técnica-profesional de calidad, fundamental
para su estrategia de desarrollo. Nuevamente, un mar de diferencias entre el
sistema educacional que el sector que representa Evelyn Matthei busca promover
en nuestro país, un sistema educacional en que la integración no juega rol
alguno y menos aún la educación pública misma, en que el Estado no asegura ni
acredita la calidad y en que el costo de la educación la transforma en un
privilegio, al que muchos chilenos no pueden acceder. Para la derecha chilena
en la educación, como en cualquier otro mercado, lo importante es el acceso a
la información y la competencia entre las Universidades y estudiantes. En el
Programa de Gobierno de Evelyn Matthei no se menciona el concepto de “educación
pública”, no hay ninguna propuesta concreta para mejorar el financiamiento de
la educación superior universitaria y tampoco hay referencia alguna a la
educación técnica profesional.
Las dudas persisten una vez más si nos adentramos en las
convicciones vinculadas a asuntos políticos y constitucionales sobre los cuales
la candidata de la alianza no parece tener comentarios o reparos respecto a la
incuestionable ilegitimidad de origen de nuestra Carta Fundamental, sino
que, al contrario, sus comentarios se han limitado a cuestionar cualquier
intento de reforma, sobre todo mediante la - por ella- temida Asamblea Constituyente. La
distancia con la Alemania de Merkel se vuelve aún más evidente dado que si algo
ha permitido su estabilidad democrática
es la enorme legitimidad de la Ley Fundamental de Bonn nacida
precisamente en el marco de un símil de una Asamblea Constituyente, el Consejo
Parlamentario, que constituido por 65 delegados de los Länder definió las bases
del Estado social y democrático de derecho en la nación germana, Constitución
que incluso logró sobrevivir sin grandes cambios al proceso de reunificación.
Evelyn Matthei dice apuntar al
liderazgo de Angela Merkel, pero poco o nada propone en su programa o se
desprende de su discurso que pueda orientarse a construir las bases sobre las
cuales se ha ido fundando el Estado Social y Democrático de Derecho en la
República Federal Alemana.